jueves, 4 de septiembre de 2008

EJEMPLO ARTÍCULO DE OPINIÓN

Los jugadores versus periodistas

Por Jorge Barraza
26/06/2001

“Qué puede saber ese si nunca jugó al fútbol". La frase, despectiva, es habitual entre los jugadores de fútbol para referirse a los hombres de prensa.

Uno de ellos es José Basualdo, discreto volante que tuvo la suerte de jugar un Mundial y ser repetido campeón con Vélez Sarsfield y Boca Juniors. El Pepe estuvo de visita en la redacción de "El Gráfico"; se puso a espaldas del redactor Alfredo Alegre sin que este lo viera y comentó en voz alta: "Hay tipos que jamás tocaron una pelota y creen que saben de fútbol". Todo porque Alegre lo había calificado con un 4 en un partido en el que quien no había tocado la pelota era Basualdo.

Natalio Gorín, querido compañero y magnífico columnista, se opone a este razonamiento: "Eso es un disparate. Los críticos de cine no son directores, los críticos de música no tienen por qué ser músicos". Jorge Rinaldi, ex delantero de San Lorenzo, Boca Juniors y River Plate, coincide con Natalio: "Todo aquel que pateó una pelota de chico, aunque sea en el barrio, está capacitado para opinar de fútbol". Rinaldi es hoy un agudísimo comentarista del diario "Clarín".

Siguiendo esta idea, para dedicarse al periodismo deportivo sería preciso haber sido primero futbolista profesional. Además, con tal criterio no hubieran podido ejercer la dirección técnica notables entrenadores como Sergio Markarián, Jorge Habbeger, el gordo Vicente Feola (campeón del mundo con Brasil en 1958) y muchos otros que no fueron jamás futbolistas profesionales.

Por el contrario, hubo grandes estrellas del balón que fracasaron en la dirección técnica simplemente porque no sabían ver el fútbol. En realidad se trata de una rivalidad eterna, folclórica, un clásico del fútbol que nace por regla general después de los partidos, cuando se abren los camarines y quedan enfrentados unos y otros: jugadores y periodistas.

"Acepto que digan que jugué mal, pero no que se metan con mi vida privada", mienten con frecuencia los futbolistas. Luego, si el escriba pone sencillamente "Fulano jugó mal", se enoja lo mismo. Esto significa que el jugador no volverá hablar con el cronista, le volteará la cara, le hará algún reproche desmedido o, en el peor de los casos, intentará agredirlo, lo que ha sucedido infinidad de veces.

Antiguamente no se deslizaba jamás una crítica hacia el protagonista del juego, se hacía referencia casi exclusivamente a la calidad del espectáculo y los términos más cáusticos podían ser 'anodino', 'monocorde', 'chato', ni siquiera se llegaba al 'mediocre'. Luego el periodismo fue poniéndose más analítico, más riguroso y entonces aparecieron las alusiones personales.

Está claro que el periodismo es habitado por una cantidad de individuos que no saben ver fútbol, otros que son agresivos en sus comentarios, los decididamente irresponsables y unos pocos más que buscan la noticia sensacional a cualquier precio, incluso el de inventar. De paso fugaz al Perú, Miguel Company le expresaba a Mario Fernández que gran parte del derrumbe del fútbol peruano se debía a la prensa, por sus comentarios descalificadores, su negativismo y su falta de conocimiento del tema. Y esto es escrupulosamente cierto. La prensa es un arma y si no se utiliza responsablemente, daña.

Sin embargo, un alto porcentaje de los jugadores son sujetos muy astutos, que admiran la habilidad del gato, esa de caer siempre bien parado. Si juego bien, que lo pongan; si anduve mal, que no digan nada.

No obstante, es preciso ser medido en las opiniones y evitar las burlas, algo a lo que la prensa se ve tentada cotidianamente. Pepe Peña era un extraordinario periodista, de agudos comentarios y dueño de una chispa genial.

Tanto sabía que lo contrató Huracán como director técnico. En el primer partido, cuando iba a sonar el silbatazo inicial y tuvo que ir a sentarse al banquillo, se quedó frío: "Uy... qué bravo es esto, desde acá yo no puedo ver nada". Comprendió que no era fácil. Le fue mal y regresó prontamente a la máquina de escribir.

Pepe solía utilizar un tono sarcástico en sus escritos. Una vez puso que Sanfilippo tenía un balde en la cabeza, porque no sabía ver el juego. Siendo entrenador del Globito, perdieron contra San Lorenzo 5 a 1 y Sanfilippo marcó cuatro goles.

Se trata de una relación ríspida, que nunca podrá ser armónica. Los jugadores deben entender que quien no acepta las críticas no aprende. A los periodistas hay que inculcarles el respeto: no escribir de una persona lo que no se le pueda decir en la cara.