jueves, 4 de septiembre de 2008

ENTREVISTA EJEMPLO: EDUARDO ESIDIO

Esidio, el regreso

Yo sólo quiero jugar al fútbol. Para eso estoy acá, para eso he regresado. He pasado momentos muy malos, días muy difíciles. Inclusive, cuando estaba en el avión regresando a mi país me dije, en esos momentos de locura que a veces uno tiene, 'que se caiga este aparato y se acabe todo de una vez'. Estaba mal, anímicamente muy mal. Y estaba molesto porque la prensa dijo muchas cosas sobre mí que no fueron ciertas: que estaba escondido, que me había corrido, que estaba enfermo. ¿Tu creer que yo puedo estar enfermo? No, no. No estoy enfermo, tengo un virus, sí, pero no estoy enfermo. Yo me siento perfectamente bien para jugar, los médicos me han hecho exámenes y me han dicho: 'Edú, tú estar en forma, poder jugar sin problemas'. Entonces, luego de superar una barrera muy grande, gracias a Dios y a mi familia, me dije tengo que regresar. No para hacer juicios, ni aclarar algunas cosas. No. Yo he venido a cumplir con el don que Dios me dio. Quiero volver a Universitario de Deportes. Yo sólo quiero jugar al fútbol.

Qué tan duros pueden haber sido los días para este brasileño Eduardo Esidio allá en su Santa Rita do Passa Quatro natal. Qué tan largos los amaneceres, qué tan estiradas las horas, qué tan atormentantes los pensamientos. No había forma de combatir el dolor ni de superar la llegada de la noche y con ella el arribo de la oscuridad, esencia misma de la noche, marco perfecto para el lagrimeo en solitario y para que el llanto se deslice como un susurro, casi en silencio y sin pedir permiso.

No tengo vergüenza de nada. Estoy en Lima desde el viernes y me he hecho una nueva prueba. Lo más importante es que nada ha cambiado. Es fuerte, pero decir que soy seropositivo no me avergüenza. No es una cruz que tengo que cargar ni es tampoco el fin del mundo. Estoy más vivo y más fuerte de lo que muchos piensan. Tengo una fuerza interior muy grande, Dios me la ha dado, y eso me hace victorioso. No soy un derrotado; no, no, ese Edú se fue y no volverá jamás. Gracias a esa fuerza me pregunté: ¿por qué me voy a quedar en casa? Vine, me siento bien, y el lunes (hoy) me presentaré en el club, para volver a entrenar, porque sabes que tengo un contrato firmado, ¿no? Y te confieso que siento un poco de temor. Saber cómo me van a recibir mis compañeros es hoy una interrogante que genera cierto miedo. Pero vergüenza no, ya no. Estoy preparado para todo y me siento seguro de mí mismo; voy a salir con la cabeza erguida. ¿Sabes?, ellos, mis compañeros, se van a enterar de todo y van a estar conmigo, lo siento así. Nací para jugar, Dios me dio el don y gracias a él tengo un club en este maravilloso país que es Perú. Acá yo sólo quiero jugar al fútbol.

Volverá. Esta mañana Eduardo Esidio, 27 años, 189 centímetros de altura y 81 kilos de peso, llegará al Lolo Fernández con las mismas ilusiones con las que llegó el primer día de trabajo de este 1998 que para él parece haber tenido muchos más días de los nada más que 68 transcurridos. Acompañado del abogado Néstor Pomareda y de un representante del Ministerio de Trabajo, un Edú renovado regresa a Odriozola. Dispuesto a correr por una cancha de fútbol y a respirar aroma de vestuario, a patear la pelota y sacar un centro y llevarse a un rival y driblear al arquero y gritar un gol, y hacer que toda una tribuna grite un gol. Volverá y empezará a recuperar el tiempo que le hicieron perder. Volverá y recordará inevitablemente la mala manera en que fuera obligado a dejar el club semanas atrás.

Esto es una victoria para mí, estar acá y tener la oportunidad de jugar en la 'U' me pone muy contento. Según lo que he escuchado por ahí creo que no voy a tener problemas para reintegrarme al equipo; de lo otro prefiero no acordarme. No quiero juicios ni nada de eso. Dios ha colocado las cosas así, me ha puesto a prueba y yo le he respondido. Estoy tranquilo, ya no me asusta más el problema que tengo. Hay cosas peores, ¿no? Estar en cárcel, tener problemas con drogas o alcohol. Felizmente no estoy en nada de eso, lo mío es jugar a la pelota. Por eso quiero volver a jugar al fútbol.

Tiene una sonrisa contagiante, una sonrisa verdaderamente alegre y no disfrazada. Tiene, además, una paz interior muy grande y que uno puede percibir fácilmente. Esidio, el joven Esidio, pasó por muchas cosas. Tal vez una de las cosas que más le duele es que se le fueron los amigos, muchos amigos, pero ese vacío lo llenó con el amor que supieron darle su familia y sus verdaderas amistades. Además, claro, estuvo Dios. Con él llegaron las fuerzas necesarias para alumbrar su presente y seguir caminando.

La primera semana fue fatal, sobre todo una vez que mi familia se enteró de la noticia por la tevé. A mi padre casi le da algo, se puso mal. Pero él, Adao Esidio, es un tipo con una cabeza enorme. Entendió todo y estuvo conmigo en todo momento. Lo mismo mis hermanos Elaine y Odair. Gracias a mi familia y a algunos amigos he podido salir a delante. Pero me di cuenta que muchos de los que decían ser mis amigos no lo eran en realidad, eran sólo de la boca para afuera, yo lo sentía en sus ojos, en cómo me miraban. Y si he superado todo esto es, también, gracias a Dios. Este anillo que tú ves acá (Esidio besa el aro que lleva en el dedo anular de su mano derecha) significa que mi compromiso, mi único compromiso, es con él. Dios está acá (se lleva la mano al corazón del polo blanco que justamente tiene grabada la inscripción 'Yo amo a Jesús') un amigo inmenso, grandísimo. El me dio la fuerza, la confianza y el coraje, él me hizo sentir como me siento hoy: fuerte. Por eso he vuelto. Porque yo sólo quiero jugar al fútbol.

Eduardo Esidio ha vuelto. Le ha dado vuelta a la página. Le costó mucho trabajo tomar la decisión de retornar a Lima, ciudad donde dice querer quedarse muchos años. Pero lo hizo. De la mano de su familia, de Dios y ahora, en esta ciudad, de Melissa, su compañera, su novia. Sólo ellos saben lo que les costó superar todo esto, acaso si lo han superado en su totalidad. A ella la obligaron a hacerse una prueba de despistaje en su centro de trabajo, la atormentaron por el teléfono, la buscaban los periodistas cazadores de primicia. Le hicieron tanto daño que ahora ella prefiere mantener silencio. Edú está a su lado y todo está cambiando.

Qué tan duros pueden haber sido los días para este brasileño Eduardo Esidio allá en su Santa Rita do Passa Quatro natal. Qué tan largos los amaneceres, qué tan estiradas las horas, qué tan atormentantes los pensamientos.

Yo nunca voy a estar enfermo. Nunca. Aunque suene casi imposible. La fuerza que tengo y la que la gente en la calle me ha estado dando hacen que me sienta bien. Contento de estar acá y de poder hacer lo que más me gusta. Porque, ¿sabes? Yo sólo quiero jugar al fútbol.

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(recuadro)
Contracara González

González olvida. Quiere olvidar. O, mejor dicho, le conviene olvidar. En su campaña para permanecer en el sillón de Odriozola, el presidente candidato ha girado la cabeza en ciento ochenta grados y ha decidido tomar otra postura en el caso Esidio. Recordemos.

Don Alfredo dijo ante toda la prensa que el brasileño se fue del club por problemas de su padre, que habían rescindido el contrato de mutuo acuerdo, y que inclusive se había marchado con el adelanto de la prima que el club le dio en enero pasado. Negó además haber declarado que "Esidio tiene Sida"a una agencia de noticias que rebotó el cable en el mundo entero.

El caso tomó fuerza una vez que La Revista Dominical entrevistara al futbolista en su casa de Brasil. Sin embargo, González se mantuvo firme en su postura. Reiteró que el jugador ya no pertenecía al club porque el contrato ya estaba anulado. Y afirmó, con la ligereza que ya es una de sus principales características, que "el tema estaba cerrado para Universitario".

Ahora, pasadas unas semanas y a sólo seis días de las elecciones, Alfredo cambia. Dice que "el jugador puede volver al club, tiene las puertas abiertas ya que nunca dejó de pertenecer a Universitario". Olvida que fue él quien lo desterró, quien lo trató como a un apestado y que prácticamente lo obligó a marcharse a su país. No contento con eso, a los pocos días filtró la noticia que el jugador estaba infectado, pero no aclaró que Esidio era portador del HIV sino más bien dijo que tenía Sida.

Esta es una típica acción de González. Su afán reeleccionista hace que traicione sus convicciones. Quiere quedarse en la presidencia y ahora lanza brazos abiertos y sonrisas hipócritas. ¿Por qué no dijo lo mismo una vez que el reportero Beto Ortiz lo entrevistó en su domicilio hace unas semanas?, ¿Porqué lo abandonó a su suerte si era jugador del club? ¿por qué le puso punto final al caso?

Nadie olvida el maltrato por el que pasó Esidio. Hacerle los exámenes sin previa consulta va contra la ley. Eso no fue todo. No tuvieron la decencia de darle sus resultados, sino que hicieron una rueda de amigos para comentar lo sucedido y tomar la decisión de deshacerse de Eduardo Esidio.

Brazos abiertos y sonrisa cachacienta. A Alfredo le está creciendo la nariz. Por decir que no dijo lo que sí dijo. Un Pinocho.